jueves, 11 de diciembre de 2008

"Mi confrontación con la docencia"

“Mi confrontación con la docencia”

Entre la docencia y mi profesión.

En el año 1979 inicie mis estudios de educación superior en la carrera de Licenciada en Administración Pública de la Universidad Autónoma de Puebla, con grandes deseos de incorporarme al sector empresarial cuando concluyera mis estudios. Durante la etapa de preparación de mi tesis profesional, dedicándome a ello de tiempo completo, en mi ciudad de origen que es Tepeaca, se establece el CETis 151 con las especialidades de mecánica, contabilidad y alimentos, mismo que después de un año de dar servicio presentaba un problema grave: no contaba con profesor para impartir las clases de contabilidad.

Por parte de la Profesora Carolina López, Directora de la escuela secundaria para trabajadores, conocedora de la problemática del CETis, así como de mi formación profesional en el área económica administrativa, me invita a participar como docente en tanto concluía la tesis y presentaba el examen profesional correspondiente. Sin estar titulada, se me contrata para impartir un curso intensivo de contabilidad durante 2 meses, curso que me estresó demasiado porque me enfrentaba a alumnos de la primera generación que contaban hasta con 32 años de edad, cuando yo solo contaba con 23 años y sin experiencia docente; en las primeras 2 semanas siempre estuve a la expectativa, esperando que me preguntaran “algo” que no dominara y quedara en evidencia. Recurriendo a mi creatividad y siendo autodidacta, logré los objetivos del curso y grande fue mi sorpresa cuando se me solicitó aceptara la contratación como docente.

Así, mi experiencia docente inició el 1 de septiembre de 1985, impartiendo asignaturas con relación directa a mi perfil; ello fue una ventaja, era lo que dominaba y empecé a sentir agrado en lo que hacia. Posteriormente y de manera periódica fui participando en cursos de formación y actualización docente (pedagogía, estrategias didácticas, mejora continua, etc.) adquiriendo seguridad y más confianza en mi quehacer docente. Siempre he pensado que mi carácter me ha ayudado, pues trato a los alumnos humanamente, con tolerancia y paciencia porque con ellos y de ellos también he aprendido contenidos que por iniciativa propia no hubiera logrado.

Sin descuidar esta gran responsabilidad social logro titularme e incursionar temporalmente y de forma compartida en el campo empresarial, sin embargo, si la docencia no fue mi profesión original, estoy convencida que tenía vocación para ello porque poco a poco me fui involucrando, al grado de que actualmente constituye el cien por ciento de la actividad laboral que desempeño con gran sentido de responsabilidad. Así han transcurrido 22 años de servicio en la misma institución, incursionando en otras áreas académicas y tratando de comprender este nuevo reto de la reforma curricular.

En este nivel educativo me siento comprometida con la formación de nuestros adolescentes, trabajar en el NMS para mí significa mayor responsabilidad porque soy un eslabón que debe coadyuvar en su educación al compartirles mis conocimientos, procurando minimizar mis errores en su proceso de aprendizaje para que adquiera las competencias que le darán las armas para hacerle frente a las exigencias de su realidad.

Reconozco que he cometido errores, que mi actuación como docente no ha sido del todo buena porque también he tenido que improvisar o solucionar parcialmente problemas de carencias en infraestructura, materiales, recursos didácticos, etc. pero aún así sigo teniendo satisfacciones: el influir en la vida de mis alumnos no solo compartiéndoles conocimientos sino también dirigiéndolos en su “saber ser”, apoyarlos en su formación integral como seres únicos, irrepetibles, auténticos; que les facilite mejorar su calidad de vida. Esto no queda solo en la teoría, pues ha sido grato reencontrarme con exalumnos que por necesidad económica no continuaron estudios superiores pero que desempeñan oficios honrados o profesionistas que tienen muy buenos trabajos, con percepciones económicas suficientes, pero que en ambos casos con muestras de gran agradecimiento reconocen mi colaboración en su desempeño laboral.

Cuando se nos solicita hacer un listado de aspectos positivos y negativos de “X” actividad, en la mayoría de los casos tiendo a encontrar más fácilmente lo que no agrada pero lo importante es tratar de solucionar los problemas o encontrar la forma de cómo satisfacerlos, sin embargo, existen casos o cosas que escapan de nuestras manos.

¿Motivos de insatisfacciones? Varios: No contar con equipo de cómputo o paquetería necesaria en su momento para emplearlo en el módulo de componente profesional, cuando las competencias exigen que el alumno realice sus prácticas por medios electrónicos; cuando se nos habla de los altos índices de reprobación y veladamente se manifiesta la necesidad de aprobar al alumno para que las estadísticas reflejen que la institución está funcionando “bien”, ¿Y, la calidad del aprendizaje del alumno dónde queda?; la indiferencia de compañeros docentes ante la responsabilidad contraída; la apatía del alumno en el cumplimiento de su compromiso como estudiante; solo por mencionar algunas.

Atentamente:

Ma. Natalia.

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